Siempre que me siento en la arena, a la orilla de la playa, recuerdo cuando solía ir cada verano a casa de mis abuelos, vivían junto a un hermoso lago que me encantaba visitar.
Cada noche, mi madre se iba a la cocina con mi abuela, y mi abuelo me llevaba al lago a contarme historias acerca de la lucha de las hadas y los duendes por el lago, sin embargo, no fue hasta que crecí un poco, que comencé a darme cuenta de lo que realmente quería mostrarme.
Las historias siempre terminaban con un final feliz, siempre compartían y se volvían amigos, eso era lo que mi abuelo quería que yo supiera, que a pesar de creer que las personas son totalmente diferentes a nosotros, siempre se puede encontrar la manera de llevarse bien y tener un ambiente de prosperidad y amor, como el que él tenia con mi abuela.
Era natural pensar que yo olvidaría todas estas historias sobre hadas y duendes, cuando para poder ser alguien en la vida tenias que saber mucho y alguien con un alto nivel de cultura no iba a creer en esos cuentos para niños.
"La inocencia siempre sera tu amiga, no la pierdas", era la frase con la que siempre concluía, a pesar de que ya no esta físicamente junto a mi, a cada instante esta recordándome que nunca sabré a donde voy si no se de donde vengo.
Aún vuelvo cada verano al lago, a ver si algún día tengo la suerte de toparme con una de las hadas de mi abuelo, solo para demostrar que algunas veces, creer es suficiente.