Ropa, zapatos, joyería, tecnología... Había una infinidad de opciones cuando
se trataba de un regalo, pero cada vez que intentaba buscar algo que fuera lo
suficientemente bueno, jamás encontré algo que se adaptara.
Cualquier cosa que yo pudiera darle, era simplemente algo más que tendría de
adorno, ¿Como se elige un regalo para una persona que lo tiene todo? o ¿Como se
elige un regalo para alguien orgulloso?
Siempre me gustaron las cosas baratas, tal vez porque eran las únicas a las
que podía tener acceso, pero para mí las cosas caras requerían un cuidado
especial y siempre he sido una persona torpe.
David era una persona que como todas las otras, recibiría cualquier regalo
con una sonrisa, pero al cabo del tiempo lo olvidaría, yo era una persona que recibiría
cualquier regalo como un tesoro y que lo vería de vez en cuando para recordar
el sentimiento.
Cada vez que me encontraba con él, tenia algo para darle, no se si le
gustaban mis regalos baratos o si estaba harto de ellos, pero al pensarlo bien,
si los guardaba o no era tan importante, lo realmente importante era la sonrisa
que me daba cuando los recibía. Con el paso del tiempo me di cuenta que la
sonrisa no se debía a que le gustaba el regalo, el sonreía simplemente porque
era yo quien se lo daba.
Un día me llamo apresuradamente y llegue con las manos vacías, el no hizo
ninguna pregunta al respecto y ambos ignoramos el tema. A medida que pasaba el
tiempo la cita se volvía más y más perfecta, y comenzaba a darme miedo, nada es
perfecto.
Cuando llego la hora de irnos, yo estaba convencida de que había sido un día
maravilloso, junto a un chico maravilloso, pero mi mala costumbre de arruinar
las cosas me traiciono a último momento. Desde el asiento del copiloto le dije
que lamentaba no haber traído nada, y el respondió con una media sonrisa y esa
actitud refrescante: "Nunca estoy esperando que traigas nada, no lo hagas
mas". Yo solo baje la cabeza pensando en la respuesta segura, "¿No te
gustan?", le pregunte intentando sonar despreocupada, el solo bufó y aún
sin mirarme estaciono el auto frente a su casa, me tomo de la mano y me llevo
hasta su cuarto, del closet saco una caja y la coloco sobre la cama, me dijo
que la fuera a revisar, comenzaba a preocuparme a que estaba jugando este
pervertido. Al abrir la caja, pude detallar cada una de las baratijas que le había
dado, desde aquel dibujo de uno de sus personajes de anime favorito que le di
cuando éramos solo amigos, hasta el collar de fantasía que le obsequie en
nuestro ultimo aniversario. Fotos de nosotros tonteando en las que escribía
tontos poemas y frases de amor, pulseras hechas a mano, un montón de cosas que
yo había dado por perdidas, un puñado de recuerdos que pensaba que solo eran míos,
estaba totalmente conmovida.
-"¿Siempre te han gustado?"- le pregunté.
-"Cada uno de ellos, son mis tesoros."
-"¿Entonces por que ya no quieres que te de mas?"
El fijo su mirada en la caja y sonrió, termino con unas palabras que me persiguieron
durante un largo tiempo...
"Desde que empezaste con ellos, yo he estado buscando algo que se
compare, algo que tenga el mismo valor, pero nada de lo que yo te he dado se
compara, son simples cosas hechas por otros, hasta que yo encuentre algo del
mismo valor, no hagas que mi deuda contigo siga creciendo."
Desde ese día, no volví a darle un regalo hecho por mi misma, a menos que se
tratara de una ocasión especial.
Hicimos un viaje de campo una vez, me pareció el momento perfecto para
decirle algo que sabia que estaba esperando ansiosamente. Entre el aire puro y
frio de la noche fui yo quien terminó de hablar esta vez...
"Tu deuda conmigo fue saldada, desde la primera vez que me hiciste sonreír,
desde la primera vez que me tomaste de la mano, si aun después de eso crees que
me debes algo, entonces quédate conmigo, siempre."